Es la nueva noticia que ha salido en cuestión de dietética y que ha revolucionado la forma que tenemos de entender la leche. Tras tantos años de consumirla desnatada e incluso 0%, ahora nos dicen que la leche entera o semidesnatada es mucho más sana y que los niveles de grasa de estos productos no sólo no perjudican la dieta, sino que ayudan a que esta sea más saludable y equilibrada.
Para rizar el rizo, ahora nos dicen que no solo es posible adelgazar tomando leche entera, sino que tal vez consigamos adelgazar más porque esta leche estimula el metabolismo y al igual que sucede con la grasa del pescado azul, que también fue demonizada durante un tiempo, la grasa de la leche es muy buena para el organismo.
Ahora, los expertos en nutrición nos dicen que salvo que existan problemas de salud que hagan que sea preferible que una persona tome leche desnatada, o que haya una intolerancia por el hecho de que resulte indigesta, el resto debería de tomarla entera y aprovechar así todos sus valores nutricionales.
Por supuesto, esto es extensible a los yogures, que tampoco deben de tomarse desnatados ni siquiera cuando se está a dieta para perder peso. Lo único que hay que evitar es tomar yogures azucarados porque estos sí que aportan calorías extras sin sentido. Solo hay que acostumbrar el paladar al sabor del yogur y pronto nos encantará tomarlo sin necesidad de añadir más dulce a un producto que ya es de por sí rico en azúcares propios de la leche.
Y lo mismo pasa con la leche. Parece se que lo que nos perjudica la dieta no es la leche en sí, sino la costumbre de beberla con cacao, con azúcar o con cualquier otro añadido que debería de ser absolutamente innecesario. Recuperar el gusto por la leche sola es muy importante para poder alimentarse bien.
Lo que también nos dicen los expertos es que, si llevamos años tomando leche desnatada, no debemos de realizar un cambio brusco hacia la leche entera ya que tras tanto tiempo sin consumirla podríamos sufrir diarreas o malestar. Lo indicado es pasar a la semidesnatada y acostumbrarnos poco a poco a ella para pasar luego a la leche entera. Así, también nos acostumbraríamos al gusto más intenso de la leche entera que, al menos al principio, nos puede sorprender porque estará ya olvidado.