No es que vaya demasiado a los supermercados pero el otro día no me quedó más remedio que ir porque mi madre tenía unas cosas que hacer y me dejó la lista de la compra preparada, y me llamó mucho la atención que había muchos productos de la central lechera asturiana. Cuando llegué a casa le pregunté a mi madre el porqué y me dijo que era para aprovechar los central lechera asturiana códigos. Me pareció muy bien porque así de esa forma puedes conseguir descuentos en productos para otras futuras compras.

Con lo del coronavirus ir al supermercado se convirtió en una odisea, porque el límite de compradores hacía que se formasen unas colas bastante largas. He llegado a ver colas que podían llegar a sobrepasar los cien metros y eso que no vivo en una ciudad demasiado grande y hay bastantes supermercados donde la gente podía escoger. Nunca me había ni imaginado algo así, no sé cuanta gente se permitía que estuviesen a la vez dentro de un mismo supermercado pero lo que sí sé es que los compradores tenían un límite de tiempo para hacer sus compras, algo que me pareció completamente lógico para que todo el mundo tuviese la oportunidad de entrar a comprar. Menos mal que mientras que duró el confinamiento ir al supermercado no era una de mis tareas, esa tarea se la pedía mi madre para así poder salir un poco de casa, yo me conformaba con poder ir a la panadería, lo cual me dejaba cinco minutos al día para salir a la calle. Esos cinco minutos para mi eran una satisfacción hasta que un día se me acercó un militar a ver a dónde iba, menos mal que tenía la panadería a menos de cinco metros.

Eso me hizo ser más previsor porque parecía que andaban buscando a gente a quien multar y desde ese día primero aseguraba el camino y después iba, no iba a dejar que me acosaran los militares a diario, además el militar que se me había acercado ni tan siquiera llevaba una mascarilla puesta, lo cual le comenté y se alejó un poco.