Siempre me han dicho que desde pequeña ya mostraba mucho interés en la fotografía, que me llamaba mucho la atención el proceso de fijar una imagen en un soporte. Antes de que empezaran a extenderse las cámaras en los móviles ya me compraron mi primera réflex. Y desde entonces no he parado de sacar fotos, pero no fue hasta hace unos años cuando me planteé que podía ser mi profesión. Como las cosas no iban muy bien por otros caminos aposté fuerte por ello y fue así como llegó mi primer encargo serio, un reportaje especial sobre las islas Cíes.
Lo que a mí más me gustaba al principio era la foto de paisaje y de naturaleza, pero mis primeros trabajos fueron en retrato. Con la moda de las redes sociales, sobre todo el caso de Instagram, conseguí algunas colaboraciones de fotografía bastante rentables. Pero yo aspiraba algo más y así me subí al barco portonovo cies. Era la primera vez que tenía que hacer un reportaje exclusivo de fotografía de paisaje. Las fotos iban a ser publicadas, en principio, tanto en una revista como en un catálogo de una agencia de viajes.
Había un ‘pequeño’ problema y es que yo no conocía las Cíes, aunque había oído hablar muy bien de ellas. El hecho de no haber estado nunca en estas islas podría ser un hándicap ya que me tocaría estar más tiempo buscando buenos encuadres tratando de ofrecer algo diferente a lo que ya había visto. También me había asegurado de que el día de tomar el barco portonovo cíes íbamos a tener una buena meteorología, porque una de las peticiones indispensables del cliente era que hiciera buen tiempo, con el menor rastro de nubes posible. Desde luego que las Cíes no son las Canarias, así que había que tener cuidado con esto.
Pero, aunque estaba un poco nerviosa cuando puse por primera vez mis pies en las islas, el entorno me fascinó y supe de inmediato que iba a hacer un buen reportaje. Además, el tiempo acompañó tal y como estaba previsto y mis fotos fueron publicadas. Mi primer reportaje de éxito.