Un hijo siempre es un hijo y un padre siempre es un padre, pero llega un momento en la vida en la que son los hijos los que tienen que encargarse de los padres. Y a veces cuesta que las dos partes asuman su nueva posición. En el caso de nuestra familia tampoco ha sido sencillo y más cuando mi padre empezó a mostrar síntomas de que algo no iba bien a nivel psicológico.
No tenemos ninguna experiencia en casa con esta clase de problemas. No hemos tenido que ir nunca al psicólogo y por eso resulta más difícil aceptarlo. Mi padre era consciente del problema de depresión que empezaba a padecer, pero nadie quiere admitir en primera instancia algo así, sobre todo cuando has pasado media vida asumiendo una gran carga de responsabilidad, tanto laboral como familiar. Por ello fuimos los hijos los que debimos tomar el control y buscar mejor psicólogos en Pontevedra, confiando en que un profesional nos diera las claves de su situación para comenzar a revertir la situación.
Por suerte, la salud mental empieza a dejar de ser un tema tabú también en nuestra sociedad. Parecía que solo las enfermedades físicas, y dentro de ellas las más mediáticas, tenían nuestra atención, como si todo lo demás no existiese. Así vivimos dos años, con el alma en vilo por un virus, mientras el resto de dolencias y enfermedades continuaban ahí. Y ahora la salud mental se ha visto muy afectada por la situación.
El problema de estas enfermedades y trastornos es que no son tan visibles ni tan fácilmente diagnosticables. Si tienes un hueso roto, se ve en una radiografía, pero, ¿qué pasa con la mente? Por eso hemos buscado mejor psicólogos en Pontevedra para abordar el caso de nuestro padre. Por suerte, finalmente parece haber aceptado que tiene un problema y que nosotros no le podemos ayudar como nos gustaría y que es necesario que acuda a un especialista en su situación. Confiamos en que estemos tiempo para revertir la situación y que mi padre vuelva a sentirse bien, como siempre.