El XIX fue un siglo marcado por la emigración, a menudo fomentada por unas condiciones económicas y sociales que obligaba a millones de personas a buscarse la vida lejos de casa. Eso es algo que también se vivió muy de cerca en el norte de España, cuando gallegos y asturianos tomaron rumbo a América. Solo una parte de ellos alcanzó el éxito al otro lado del charco, pero su fama llegó a su lugar de origen conociéndose como indianos cuando regresaban o construían residencias de verano y de vacaciones.
Pero algunos se quedaron al otro lado del Atlántico haciendo fortuna, como la familia que fundó Cuervo y Sobrinos, una empresa de relojes nacida en 1882 en La Habana. Camino ya de su 150 aniversario, esta firma se mantiene como una de las más prestigiosas pudiendo encontrarse Distribuidor Relojes Cuervo y Sobrinos Vigo y en otros puntos del país.
No es para menos teniendo en cuenta los orígenes de esta firma. ¿Y cómo lograr prosperar con una empresa de relojes tan lejos de casa? Apostando por un sector que estaba en pleno auge, el de los relojes de pulsera. No hay que olvidar que el objetivo prioritario de aquellos indianos era salir a flote, hacer dinero y mantener a la familia. Pero una vez lograda la estabilidad, muchos se lanzaron a objetivos más ambiciosos: dar en la diana apostando por un negocio floreciente.
Para los que buscan hoy en día un Distribuidor Relojes Cuervo y Sobrinos Vigo tal vez les sorprenda conocer que esta firma fue una de las que lo apostó todo por un sector que encontró a finales de siglo XIX su mejor momento. De los relojes de bolsillo a los relojes de pulsera. Parece un paso obvio, como todos los grandes avances, pero no fue hasta esta época en la que se generalizó.
Al fin y al cabo, el reloj de pulsera era mucho más práctico. No tenías que sacar el reloj del bolsillo, (como ahora, irónicamente, hacemos con el móvil) sino que bastaba con girar la muñeca para saber la hora. Tal vez a no mucho tardar, la industria del móvil aprenda de la del reloj y logren ese artilugio que llevemos en la muñeca para no tener que estar permanentemente con una mano ocupada y la cabeza gacha.