La esperanza de vida de un perro oscila entre los cinco y los quince años, dependiendo de la raza (el shiba inu, el chihuaha y otros canes pequeños son los más longevos) y de la calidad de vida. Este último aspecto es responsabilidad de su dueño, ya que la alimentación, el ejercicio moderado o el aporte de suplementos nutricionales para perros condicionan la larga o corta vida de estos «peludos amigos».
En primer lugar, la expresión «somos lo que comemos» es aplicable a perros y seres humanos por igual. Seguir una dieta sana y equilibrada influye en el bienestar, la fortaleza física y el sistema inmunológico de la mascota, y la clave está en adaptar la alimentación a la edad y raza del can en cuestión, sin olvidar su historial clínico (por ejemplo, deben moderarse los hidratos de carbono en ejemplares con diabetes mellitus).
Las deficiencias nutricionales amenazan la longevidad del perro. La mejor forma de suplirlas es agregar a la dieta suplementos de vitaminas, minerales, proteínas y aminoácidos esenciales y no esenciales. Estos productos se comercializan para fines concretos (contra los problemas intestinales, para eliminar el sarro, etcétera) a un precio razonable.
Los chequeos veterinarios, por su parte, ayudan a diagnosticar a tiempo enfermedades como el cáncer o los problemas renales. También permiten actualizar la cartilla de vacunación y realizar ajustes a la dieta canina conforme pasan los años.
El ejercicio físico en perros previene toda clase de complicaciones que se agravan con la edad: el sobrepeso, la indigestión, los problemas respiratorios, etcétera. Además de los paseos y excursiones diarias, es recomendable confeccionar un planning de ejercicio moderado.
La práctica totalidad de los dueños de mascotas cuidan la higiene de sus compañeros, pero ¿qué hay de la limpieza dental? El cepillado de la dentadura canina sigue siendo una cuenta pendiente para muchos propietarios, pese a que la periodontitis empieza a generar molestias al perro desde el segundo año de vida.