A diferencias de otras regiones y comunidades vinícolas, Galicia ha alcanzado fama mundial gracias a la calidad de sus uvas blancas. Aunque a la sombra de ‘gigantes’ como la albariño o la treixadura, las uvas tintas tienen mucho que ofrecer. Así lo demuestra el éxito del vino tinto condes de albarei y de otras bodegas locales, que apuestan por castas tan históricas como la espadeiro.

La uva espadeiro ha ganado enteros en los últimos años gracias al toque especiado y fresco que otorga a todas sus botellas. Más de un vino elaborado con esta cepa ha sido galardonado en certámenes internacionales, por lo que estamos ante una variedad de altura.

Pese a su estatus de protección (bajo la D.O. de las Rías Baixas), la casta espadeiro no siempre ha gozado de este privilegio. Durante décadas se la consideró extinta, creencia que permite entrever el abandono que debió sufrir por parte de las bodegas.

Durante la segunda mitad del siglo veinte, la espadeiro fue la uva estrella del Val do Salnés, una de las subzonas con mayor prestigio de las Rías Baixas. A su progresiva y ardua recuperación debió contribuir la fama de esta variedad en otras CC.AAs de España y en Portugal, donde se la conoce por otros nombres: padeiro de basto, espadal, torneiro, arenal, tinta pobres, etcétera.

Morfológicamente, los racimos de espadeiro se diferencian por su esfericidad media y tamaño reducido, proliferando sobre una mata de porte erguido. Sus uvas muestran un color azul oscuro. Es capaz de resistir bien las plagas y enfermedades que amenazan a la vid.

Esta uva autóctona de Galicia sirve para elaborar mezclas y como base principal de vinos jóvenes. Posee un grado alcohólico medio y un sabor con bastante cuerpo y acidez elevada. Sus caldos, de un tono cereza oscura, son garantía de calidad.

Los mariscos gallegos tienen un sabor muy especial. Este gusto inconfundible es consecuencia de la calidad de las aguas que bañan las costas gallegas y también de su geografía particular. Los acantilados batidos por las olas que hay en ciertos puntos del norte son muy agradecidos para que crezcan en ellos los famosos percebes, tan peligrosos de coger pero tan reconocidos.

Mariscos de bajo precio pero de gran calidad, como los mejillones, son cultivados en grandes bateas que se pueden ver en las rías. Allí, gracias a los cuidados que se les dan y a la calidad del agua, crecen hasta alcanzar muy buen tamaño y un sabor que realmente se diferencia de cualquier otro.

La calidad del agua en Galicia es muy propensa para el marisco debido a que las corrientes hacen que durante el verano el agua de la costa vaya hacia el interior y sea sustituida por aguas frías del norte, muy ricas en nutrientes. Así que si alguna vez te has bañado en las playas gallegas y te ha parecido que el agua es muy fría, tienes razón. Pero ese frío es responsable de la calidad de sus productos del mar.

La preparación correcta del marisco también es muy importante, ya que tienen que prepararse con el agua en el punto justo de sal, no es necesario el agua de mar ya que no es higiénica. Además, el tiempo también es fundamental.

Y, por último, acompañar el marisco con un buen vino con d.o rias baixas bodegas es básico para que se potencie su sabor. Dicen que el marisco no debe de tomarse con agua porque no es digestivo. No vamos a entrar en si eso tiene o no algo de cierto, pero lo que es verdad es que el sabor no es el mismo. Cuando se acompaña el marisco con un albariño de calidad, todo sabe muchísimo mejor y la comida se convierte en un auténtico placer para los sentidos.

El aroma del vino, el gusto del mismo mezclado con el del marisco, la suavidad en la boca y hasta el tacto de una buena copa son fundamentales para disfrutar la experiencia. En cuanto a la vista, el marisco se come con los ojos, solo verlo en el plato se activa todo el sistema digestivo. Si además deleitas el oído con el sonido del mar de fondo, ya no podrá ser más perfecto.