Cuando llega el momento de cuidar a nuestras fieles mascotas o al ganado que tanto trabajo nos da, solemos acudir a expertos y preguntar qué comerán para vivir sanos, fuertes y, si se puede, un poquito más contentos. Aquí es cuando aparece la cuestión de los piensos San Sadurniño, una referencia que no solo resuena en la mente de quienes viven cerca de la parroquia gallega. Porque si preguntamos a los que conocen el campo y los animales, verás que la conversación siempre deriva en los ingredientes, la formulación y ese mágico equilibrio entre proteínas, carbohidratos y grasas que todo ser vivo necesita, aunque el tuyo sea más de correr por el prado que de ver series en el sofá.

Alimentar bien a nuestros animales no es solo una cuestión de presupuesto o de seguir la moda que aparece en el envase más colorido del supermercado rural. Es una decisión clave que afecta todas las áreas de la salud animal. No se trata de darles lo que sobre de la mesa; de hecho, echarle a un caballo el puré de las sobras puede acabar en un episodio digno de Urgencias Veterinarias. Lo mismo ocurre con perros y gatos; su sistema digestivo dista mucho del nuestro, y aunque tengan cara de querer una hamburguesa con queso, hay un océano de diferencia entre lo que les apetece y lo que realmente les hace bien.

El secreto está en entender de dónde viene ese pienso que ponemos a disposición de nuestros animales. Los buenos fabricantes, como los piensos San Sadurniño, se han labrado una reputación a pulso seleccionando ingredientes cuidadosamente y apostando por una trazabilidad clara desde el campo hasta el comedero. ¿Significa esto que tu cabra tendrá acceso a granos exclusivos traídos en vuelos de primera clase? Bueno, no exactamente, pero sí garantiza que cada bocado que den está pensado para cumplir sus necesidades reales, no las de un unicornio vegano. Porque, seamos honestos, tus animales no viven de ensaladas ni de semillas traídas de la otra punta del planeta por influencia de Instagram.

Muchos responsables de animales caen en la trampa de escoger el pienso más barato, ese que promete milagros a precio de saldo. Y no, por más que lo diga la etiqueta con letras gigantes y dibujos de animales sonrientes, no existe el pienso-fiesta que solucione todos los males y, además, les haga bailar flamenco. El ahorro inmediato se paga con visitas al veterinario, pelajes sin brillo y una energía que solo sirve para ver pasar el tiempo tumbado. Nutrir correctamente a los animales es económico a largo plazo porque la inversión extra de hoy evita sorpresas desagradables mañana. Y sí, aunque te lo nieguen los más escépticos del grupo de WhatsApp de ganaderos, los ingredientes marcan la diferencia: mira los componentes, busca proteínas bien identificadas, cereales que no sean solo restos industriales y, ante la duda, consulta a tu veterinario de confianza. Él también sabe reírse de los anuncios, pero preferirá que le llames para una consulta y no para una emergencia.

La digestión lo es todo. Un buey alimentado con productos vulgares jamás desarrollará la musculatura ni la vitalidad que tendría uno bien nutrido. Un perro que come cualquier cosa solo por salir del paso vive menos y se mueve menos, que aquí no hay secretos ni atajos de TikTok. La clave reside en el equilibrio y en la adaptabilidad de la dieta: lo que necesita un border collie incansable no es igual a lo que agradece un persa que dedica su vida a dormir en almohadones de terciopelo. Si tienes aves, ojo con lo que tiras al suelo; su alimentación específica incide directamente en la calidad de los huevos y la salud de su plumaje.

Hay algo casi mágico en observar animales llenos de energía, con un pelo que reluce y una actitud digna de los mejores días de agosto. Todo empieza y termina en su alimentación, y si en algún momento surgen dudas sobre la procedencia de ese saco de pienso, recuerda que investigar y apostar por referencias fiables, como piensos San Sadurniño, nunca ha decepcionado a quienes buscan lo mejor para quienes dependen de sus manos y su corazón. Porque cuando los animales están bien alimentados, el campo, la familia y hasta el día a día mejoran notablemente, y si encima tienes alguna anécdota divertida por alguna trastada cometida tras una buena dosis de energía animal, mejor que mejor.