Es difícil elegir los lugares de ver en Baiona y alrededores porque son muchos y todos muy atractivos. Baiona en sí misma ya ofrece mucho para ver a pesar de su reducido tamaño. Su centro histórico es muy agradable para pasear, así como todo el recorrido que puedes hacer por el paseo marítimo. Pero hemos escogido algunos puntos que, aunque no sean todos los de interés, si son de los mejores para realizar una visita que te llene.

El Parador de Turismo. Es una antigua fortaleza que se ha convertido en un hermoso parador de turismo. Sus jardines son públicos, por lo que puedes subir para dar una vuelta. Incluso puedes disfrutar de una comida en su restaurante, que está bastante bien valorado. Pero, lo mejor, son las vistas que vas a tener de toda la ría. Solo por eso vale la pena darse el paseo y subir hasta el Parador. Además, puedes hacerlo en coche si quieres. Aunque hay un control en el punto de acceso al Club Náutico, te permitirán pasar al Parador.

A Guarda. Es cierto que el pueblo en sí no es de los que suelen estar en la lista de los más bonitos, pero lo que merece sin duda la pena es la ruta desde Baiona hasta A Guarda. La carretera transcurre al borde del mar y ofrece unas vistas preciosas. Además, hay diversos puntos de interés a lo largo de este recorrido, como el Monasterio de Santa María de Oia.

Tui. Tui es un lugar con mucho encanto que está en la frontera con Portugal. Además de visitar el pueblo, desde Tui puedes bajar al Miño y coger alguno de los barcos que comunican con el país vecino o que realizan bonitos recorridos turísticos por las aguas del río. Si vas a Tui, puedes acercarte a ValenÇa, en Portugal, para disfrutar de su feria o para visitar la Fortaleza, una antigua fortaleza en cuyo interior hay muchas viviendas que albergan tiendas y negocios en sus bajos y que se ha convertido en una especie de centro comercial abierto en un espacio histórico.

Cíes. Desde Baiona vas a ver las Cíes todo el día, lo que hará que aumenten tus ganas de ir a visitar la isla. Los barcos salen todos los días en temporada alta y puedes disfrutar de un día completo en sus playas y entorno natural.

La ternera gallega, las filloas y otras delicias culinarias forman parte de la gastronomía del Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Al visitar Ons, Cíes y otros destinos de este espacio natural, el turista medio desea conocer ante todo sus playas, miradores naturales y yacimientos castrenses, pero rara vez la cocina local figura en su lista de deseos.

La realidad es que la oferta culinaria de las Islas Atlánticas sorprende por su riqueza y calidad. Aunque la Isla de Ons sea la única habitada de los cuatro archipiélagos que conforman el parque, no es exagerado hablar de una gastronomía propia del parque y de sus alrededores. Como prueba, el pulpo de Ons, plato isleño similar a la receta de caldeirada, se sirven en esta isla desde tiempos inmemoriales, al igual que platos más universales, como el pulpo á feira.

El océano Atlántico es la principal «despensa» de alimentos para los isleños, y por ello su recetario se fundamenta en pescados y mariscos comunes en estas costas: el rodaballo, la merluza, el rape, la sepia, el percebe, los centollos y un largo etcétera de especies marinas que aportan a la cocina de las Islas Atlánticas toda su personalidad.

Las carnes dan un respiro a estos bocados marineros y dan pie a una variedad de sabores exquisitos. Un clásico en las Rías Baixas —y por extensión de este parque nacional— es la ternera gallega a la parrilla, que también interviene en distintas elaboraciones: timbal de ternera, jarrete al horno, etcétera.

Los postres tampoco decepcionan en Ons y otros enclaves de las Islas Atlánticas. Por influencia de las Rías Baixas, se consume la rosca de Pascua, las rosquillas y los melindres de Ponteareas, sin mencionar uno de los dulces más afamados de Galicia: las filloas, abundante sobre todo en tiempo de carnaval.

Me di cuenta de que teníamos un “problema” el otro día en el parque. Mi hijo tenía que pasar por un camino que había entre un seto y pasó por él como quien va caminando por encima de unas brasas, con miedo a tocar cualquier cosa. Entonces me dije que este niño necesita más baños de naturaleza. Porque por una razón u otra no conoce muy de cerca la naturaleza. Vivimos en la gran ciudad y hemos tenido una pandemia de por medio que nos impidió salir todo lo que nos hubiera gustado. Pero tampoco es excusa. La cuestión es que todavía hay tiempo. 

Así que vamos a ir administrándole poco a poco una dosis de senderos, para que entienda que en el mundo hay algo más que pantallas, YouTube, aceras y coches. Que ahí fuera hay libélulas, moscas, conejos y mosquitos, que si se le posa un mosquito en un brazo no es un mini robot de una película de ciencia ficción: es de verdad, es un insecto.

Y creo que empezaremos por unas Rutas de senderismo rias baixas, que las conocemos bien. Puestos a conocer la naturaleza más de cerca, conocerla bien. Y qué mejor que la exuberante naturaleza gallega para ir abriendo boca. Debo decir que tampoco es que yo sea un fanático de los senderos, pero como yo sí me curtí en mi infancia en pueblos y entornos rurales, tengo ese conocimiento más arraigado. Las nuevas generaciones que se han curtido en grandes ciudades y con pantallas necesitan salir mucho más que yo.

Por suerte, a mi hijo sí que le gusta el deporte y es un chico bastante intenso, de forma que le he comentado los planes de hacer algunas Rutas de senderismo rias baixas y le ha parecido bien. Le he dicho que en estos senderos no va a encontrar paneles explicativos digitales y que no podrá interactuar con el paisaje como con la realidad virtual. Que esto es real de verdad, no virtual, y no le ha parecido mal. A ver si la próxima vez que pase ante el seto del parque lo hace con más garbo.

Naturaleza, historia y enoturismo se dan la mano en las Rías Baixas, un destino turístico consolidado de Galicia que atrae a más de 500 mil viajeros cada año. Acceder a esta histórica región —que se extiende desde Finisterre y la ría de Vigo— no es un problema, pero desplazarse por sus parajes isleños es posible sólo por vía marítima.

 

Un buen ejemplo de este aislamiento son las Islas Cíes, accesibles únicamente por barco y con autorización previa; de otra forma, no podrán explorarse sus principales islas (Faro, Monteagudo y San Martiño). Por tanto, los viajeros interesados deben buscar un establecimiento de venta billetes barco rias baixas. Esta situación se repite en las islas de Ons y Sálvora, donde además es necesaria la presencia de guías autorizados que garanticen la seguridad de los viajeros y la preservación del entorno natural.

 

La temporada alta de las Rías Baixas se extiende de junio a mediados de septiembre, época que pese a su sequedad y abundantes horas de sol, no está exenta de periodos de intensas precipitaciones. Por el contrario, enero y febrero comprenden la temporada baja, el momento más económico del año para visitar la región, aunque de temperaturas más bajas y precipitaciones más altas.

 

Además del clima, los viajeros deben consultar el calendario festivo para determinar qué época del año se adapta mejor a sus intereses turísticos. Por ejemplo, julio y agosto concentran algunas de las celebraciones más apreciadas por el turismo, como la Fiesta del Apóstol, las Festas da Peregrina, la Romería Vikinga o la Festa do Viño Albariño, mientras que el resto del año se organizan las Danzas de Hío y Aldán o la Fiesta de la Ostra.

 

Respecto a los mejores destinos para visitar, en el itinerario turístico no pueden faltar el Monasterio de Oia, el Faro Silleiro, el centro histórico de Baiona, el cabo Home, las playas de O Morrazo o una de las cunas del vino albariño, Cambados.