Hace un par de años la novia de uno de mis mejores amigos me avisó para ir con ella a trabajar en un congreso de medicina, ella iba a hacer de azafata y a mi me iba a tocar ayudar en el montaje y cargar con las cajas que las chicas no eran capaces de levantar. Al final fue un trabajo bastante sencillo, salvo cuando tuve que cargar con unas cajas que pesaban mucho. Pero por desgracia a las chicas que nos contrataron no les llegaron todas las cajas y tuvieron que ponerse en contacto con una empresa local para imprimir expositores PLV ya que era lo que contenían las cajas que no habían llegado a tiempo al congreso. Me gustó mucho esta experiencia laboral, ya que nunca había trabajado en un congreso de este estilo y aprendí bastantes cosas. Lo primero que tuvimos que hacer fue clasificar y plastificar todas las credenciales que había que repartir a los médicos asistentes del congreso. La novia de mi amigo me decía que se me daba muy bien eso, y mi respuesta fue que se me daba bien a causa de haber coleccionado tantas estampillas de fútbol cuando era un niño, para mi era como un juego y así me lo tomé.

 

Por desgracia ese trabajo solamente duró unos pocos días, pero fue una gran experiencia que no me importaría repetir en algún momento de mi vida, ya que no se cobraba nada mal y tampoco era un trabajo en el que se exigiera un trabajo físico importante.

 

Desgraciadamente esta clase de trabajos hoy en día no se pueden llevar a cabo por todo lo que conlleva la pandemia. Esas congresos ya no se pueden hacer porque no es posible mantener las distancias de seguridad de los asistentes al congreso, por lo que hasta que termine esta pandemia o haya una cura no creo que se vuelvan a hacer más congresos. Esperemos que todo esto termine pronto para que podamos volver todos a nuestras rutinas cotidianas a las que tanto estábamos acostumbrados y que de la noche a la mañana no arrebataron.

La guerra entre las mantequillas y las margarinas viene de lejos. La mantequilla siempre se ha utilizado de forma tradicional para el pan en el desayuno y también para cocinar muchos postres. En la cocina española no es tradicional cocinar con mantequilla, pero si se usa para hacer en la sartén determinadas tortillas dulces o crepes.

Cuando se descubrió el efecto nocivo que las grasas podían tener en el sistema cardiovascular, las grasas de origen animal fueron todas introducidas en el mismo saco y se les dio un matiz totalmente negativo. En ese contexto, llegaron al mercado las margarinas, un producto que visualmente era muy similar a la mantequilla, pero que al tener un origen vegetal se presentaba libre de colesterol y por tanto una alternativa de grasa sana.

Pero con el paso del tiempo se han estudiado mucho mejor los efectos de las grasas en el organismo y nos encontramos con que no todas las grasas de origen animal son iguales. Al contrario, las hay que perjudican a nuestro sistema cardiovascular y contribuyen a que las arterias se obturen, pero las hay que son beneficiosas para el organismo. Nos enteramos así de que el pescado azul, denostado por su grasa, era en realidad una fuente de Omega-3 muy valiosa y que no solo no había que privarse de su consumo, sino que se podía tomar tanto como se deseara.

Lo mismo sucedió con los huevos, que han pasado de limitarse a uno o dos a la semana a poder tomarse hasta una docena incluso si no se tienen ninguna patología que nos recomiende tener cuidado con ellos. Y, por supuesto, está pasando también con la mantequilla que ha cambiado de bando y ha pasado de ser una grasa mala a ser una grasa totalmente saludable y que es muy recomendada cuando se consume con moderación.

Curiosamente, las margarinas, han cambiado también de bando ya que se ha descubierto que muchas están elaboradas con grasas de origen vegetal nada saludables, como los aceites de palma, por lo que la mantequilla ha vuelto a ocupar el papel que nunca ha debido perder en nuestra mesa. Sobre todo, teniendo en cuenta que el consumo de mantequilla es en general moderado, ya que se usa para untar unas tostadas o para añadir una cucharadita al café, tal y como recomiendan algunas dietas modernas cuyo objetivo es, sorprendentemente, el de perder peso.