MEJOR EL BARCO QUE LA PLAYA

Hace ya unos cuantos años, justo antes de que llegase todo esto de la pandemia, me había comprado una sombrilla de gran tamaño para poder llevar a la playa, pero por desgracia hace ya bastante tiempo que no voy a la playa. Al principio no fui porque no me fiaba de los que se fuesen a colocar cerca de mí pero después ya no me llamaba la atención. Es curioso cuando te das cuenta de que algo que antes te encantaba ha dejado de gustarte, no digo que no me guste ir a la playa pero ya no me llama tanto como lo hacía antes que iba a la playa absolutamente todos los días sin excepción. En verano ahora hasta prefiero ir al bosque que allí por lo menos se está bastante más fresquito y cuando mi amigo puede vamos hasta el barco que tiene. Que eso sí que no me deja de gustar, ya sea porque allí no hay nadie que me pueda molestar o porque me puedo bañar sin problema de que nadie me robe nada que haya dejado en la toalla. Esa es la mayor diferencia entre ir a la playa y al barco. Si voy solo a la playa no me suelo bañar por ese temor a que me roben las cosas, hay que ser desconfiado para que no te pasen cosas malas y yo soy bastante desconfiado.

Estamos justo en el momento en que si queremos usar el barco este año tenemos que empezar a hacerle las reparaciones necesarias. Por suerte este año hay que hacerle pocas reparaciones ya que el año pasado tuvimos que reparar bastantes cosas que no estaban bien. Este año lo primero que tenemos que hacer es echarle un ojo al motor que el año pasado no refrigeraba bien y eso es algo que hay que tener en cuenta para que el barco vaya lo rápido que nos gusta ir. Este año hemos dejado el barco durante el invierno en un sitio nuevo y esperamos que uno de los chicos que trabajan allí nos eche una mano con el motor y no se nos complique demasiado.